El
miedo, es realmente útil, muy necesario para la supervivencia, en
realidad si no tuviéramos la ayuda del miedo seriamos unos temerarios,
andaríamos arriesgando la vida inútilmente, el miedo es de particular
utilidad a la hora de enfrentarse a un potencial peligro real y físico
tal como un camión a punto de atropellarte, el sonido de las sirenas en
una ciudad bombardeada, un atraco o cosas similares, concretas, que
aparecen en un momento dado y a las que hay que reaccionar con rapidez y
sin pensar, ese es el papel del miedo, pensar por nosotros y
protegernos.
También es cierto que el sistema social en el que vivimos se sustenta
en el miedo, nos inculcan que podemos perder el trabajo, la casa,
incluso la vida si no actuamos y pensamos “políticamente correctos” si
intentamos pensar por nosotros mismos y por nosotros mismos solucionar
nuestra vida
Así llegamos al miedo que nos paraliza para desarrollarnos, ese miedo
que nos impide cambiar de trabajo o iniciar una relación por que no
sabemos que puede pasar, nos pasamos la vida temiendo cosas que
realmente no pasaran, pero que nos impiden avanzar en nuestro camino
Cuando sea este el caso, cuando tengamos que tomar una decisión, o
cambiar algún aspecto de nuestra vida con el que no estamos satisfechos,
es el momento de ignorar al miedo y actuar según nos dicte nuestro
corazón, ¿arriesgado? En absoluto, todos sabemos lo que tenemos que
hacer, dentro de nuestro corazón todo el mundo lo sabe, otra cosa es que
queramos hacerlo o en este caso que nos de miedo, ya sea porque es algo
poco convencional, económicamente arriesgado, o emocionalmente
distinto.
Ese miedo que nos hace quedarnos donde estamos, negándonos la
posibilidad de evolucionar, o simplemente de encontrar otras cosas que
nos harían sentir mas felices, cosa al fin y al cabo para la cual
estamos hechos.
Pensemos, pues, que si nadie se hubiera arriesgado con ideas
distintas, con formas de hacer diferentes, aun estaríamos en la edad de
piedra.
Hay que atreverse a salir de la cueva, iniciar nuevas actividades que
nos den ilusión de vivir, cambiar hábitos que adquirimos y que ya no
nos resultan útiles.
Lanzarnos a vivir nuestra propia vida, con nuestra escala de valores,
nuestros propios intereses y prioridades, aunque a veces tengamos la
sensación de caernos de un precipicio, es nuestro precipicio y si nos
hemos tirado antes de tiempo, o mal, no pasa nada, se vuelve a intentar y
listos, no es necesario guardar el dolor del fracaso.
Pilar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario